Antes que nada tengo que reconocer que mis Airpods se han vuelto un elemento indispensable, sobre todo para ciertos momentos de trabajo y personales, en especial, para abordar un avión. Se han convertido en una herramienta vital para perder mi miedo a volar. Su funcionalidad de cancelación de ruidos borran un montón de películas, que sin ellos, antes reproducía en mi mente cada vez que escuchaba un ruido durante cualquier vuelo.

Cada sonido que produce un avión, que para muchos pasan desapercibidos, en mi caso, era el comienzo del fin; por lo que la promesa de Apple para sus Airpods, cobra total relevancia para mi: “Su magia tiene el poder de desaparecer el viento”.

Habiendo aclarado mi buena relación con estos pequeños dispositivos, para esta edición quiero llamar la atención de algo que vengo identificando y que quiero dejar planteado como un reto para los equipos de gestión humana y para quienes somos sus usuarios: su impacto en la cultura organizacional.

Como lo dijo alguna vez el exentrenador de fútbol argentino, Jorge Valdano: “La cultura es un estado de ánimo”.

Partiendo de esta premisa, la privacidad auditiva que nos proporcionan los Airpods, nos aleja de la realidad y va en detrimento de la necesidad natural de comunicarnos entre las personas, silenciando ese ánimo colectivo que diferencia a las empresa repletas de vida y buena energía, de otras en donde solo se siente el viento.

A pesar de que permiten individualizar la experiencia auditiva en el entorno de trabajo que algunas veces es necesaria, ya sea para concentrarse en ciertas tareas específicas, disfrutar de tu música preferida o participar en llamadas sin interrupciones, despierta en mis pensamientos una reflexión adicional que aún está vigente y sin resolver en algunas compañías y que tiene que ver con la pregunta: ¿Trabajo presencial, híbrido o remoto? Quienes están todo el tiempo conectados a sus audífonos, así estén presentes, es como si no lo estuvieran. Entonces, por qué preocuparnos si están o no están.

La integración de este tipo de dispositivos a nuestra vida nos ha llevado a una evolución en las normas sociales y comportamentales. El uso de auriculares se ha vuelto común y aceptado en cualquier espacio. Sin embargo, la línea entre la cortesía y el aislamiento digital absoluto puede volverse borrosa.

Es crucial que cada persona sea consciente del impacto de su uso en diferentes contextos y encuentre un equilibrio que permita su conectividad con los demás para no sacrificar la calidad de las interacciones sociales, permitiendo que las comunicaciones fluyan de la mejor manera y que el silencio absoluto no sea el mejor compañero en el trabajo.

Como lo dije hace poco en mi cuenta de LinkedIn: “Las empresas además de ser habitables, deben ser vivibles”, lo que se traduce, en que no basta unas oficinas muy bonitas y confortables, sin en ellas no hay vida.

#Branding #Cultura #MarcaEmpledora #GestionHumana

Crédito Fotografía: apple.com

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