Muchos líderes aún creen que tener trazado un roadmap cultural es suficiente. Redactan un documento, eligen valores y lo presentan a los equipos como si fuera una “pastilla mágica” que transformará los comportamientos en un abrir y cerrar de ojos. Pero una cultura no solo se decreta. Se construye a diario. Se vive en cada acción de los líderes para convertirlas en ejemplo. Y sobre todo, debe sentirse original y alineada a los objetivos estratégicos.

Lo que diferencia a una compañía con propósito no es su manual de cultura, sino la manera en que ese propósito se vuelve tangible en los comportamientos diarios, en los pequeños rituales que refuerzan o contradicen lo que decimos ser.

Según Gallup, sólo el 23% de los empleados en el mundo cree que sus líderes encarnan los valores de la organización. Este dato revela una desconexión peligrosa: los valores declarados están escritos en las paredes, pero no viven en los pasillos. Y cuando eso ocurre, el escepticismo se apodera de los equipos.

Del valor al hábito: el puente invisible

Tener valores claros es importante, pero traducirlos en rituales concretos es lo que les da vida. Un valor como colaboración, por ejemplo, puede convertirse en un ritual semanal de "feedback cruzado" entre áreas. Transparencia puede vivirse con espacios de "pregúntame lo que quieras" liderados por la alta dirección. Y bienestar no se demuestra con una tarde libre al mes, sino respetando sistemáticamente la hora de almuerzo de los equipos.

El ritual no es adorno, es estructura cultural. Como lo explica Edgar Schein, referente en cultura organizacional: “Los artefactos visibles, como los rituales, son la punta del iceberg de la cultura. Son las formas más claras de enseñar cómo se espera que actuemos aquí”.

Casos que inspiran

Patagonia: valores que se practican, no que se presumen | Su compromiso con el medioambiente no es un slogan, es un sistema: pagan la fianza de empleados arrestados en “protestas climáticas”, financian causas ecológicas y permiten que los colaboradores tomen tiempo libre para trabajar en causas medio ambientales.

Atlassian: el ritual del “ShipIt Day” | Esta compañía, especializada en soluciones de trabajo en equipo para equipos de alto rendimiento, cada trimestre, todos los colaboradores tienen un día libre para crear cualquier proyecto que los apasione, sin aprobación previa. ¿El valor detrás? Confianza y autonomía. ¿El resultado? Innovación genuina y sentido de pertenencia. Este simple ritual refuerza que las ideas pueden venir de cualquier lugar.

¿Y en América Latina?

Aún estamos en la curva de transición. Muchas empresas han avanzado en diseñar sus marcos culturales, pero pocas han dado el paso de ritualizar sus valores. Y sin ritual, el valor es solo narrativa corporativa. Si la coherencia es el nuevo lujo, el ritual es la herramienta más accesible para alcanzarla.

Claves para pasar de la estrategia al ritual:

📌 Define comportamientos observables para cada valor. No basta con decir “somos empáticos”; explica cómo se ve eso en la práctica.

📌 Identifica momentos clave de la semana, el mes o el año donde esos valores pueden expresarse.

📌 Diseña rituales sencillos pero consistentes, que refuercen lo importante de forma simbólica y emocional.

📌 Evalúa y adapta. Un ritual que no conecta puede mutar o desaparecer. La cultura también evoluciona.

Una cultura fuerte no se impone ni se improvisa, se cultiva. Y los rituales son el abono más potente. Porque lo que repetimos con intención, moldea lo que somos. Y eso, más que cualquier declaración estratégica, es lo que permanece.

Heart | Identidad, Cultura y Personas

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