Hace 23 años, mi padre se jubiló. Lo hizo con orgullo, tras haber entregado su vida laboral con pasión, honestidad, responsabilidad y un liderazgo exigente, por su mente perfeccionista, pero muy humano, tanto, que los 2 últimos años antes de pensionarse, recuerdo que le pidió a su jefe que el porcentaje de aumento de su salario, se lo trasladará de forma equitativa a 2 ó 3 personas de su equipo, que él sabía que lo necesitaban más.

Aunque no nos faltaba nada por fortuna, tampoco nos sobraba, o sea, a ese dinero extra mi madre le habría podido sacar mucho jugo, pero estoy seguro, que si así lo hizo, es porque a sus elegidos les sería más útil.

Nunca volvió a la oficina, pero su vínculo con la empresa sigue intacto gracias a su equipo más cercano, algunos de ellos también ya retirados, quienes le celebran sin falta su cumpleaños cada año, como lo hicieron el pasado 24 de mayo cuando le dio su vuelta al sol #85.

Una escena que, lejos de ser anecdótica y ejemplar, por el sentido de gratitud de todo su equipo, me lleva a una reflexión más profunda:

¿Por qué la jubilación, una de las etapas más significativas del ciclo de vida del colaborador, suele ser también la más olvidada por las organizaciones?

Durante años, las empresas han invertido recursos importantes en conquistar (atraer), desarrollar y fidelizar talento. Diseñan planes de carrera, celebran quinquenios para destacar logros, entre otras acciones.

Pero cuando llega el momento de retiro de un colaborador, el cierre suele ser administrativo, casi silencioso. Y con ese silencio, se extingue también una parte del legado, del sentido de pertenencia y de la cultura que esa persona ayudó a construir.

El adiós también construye marca

La jubilación debemos verla no como un punto final, sino como unos puntos suspensivos, para que la historia de esa persona siga viva. Un hito que merece ser reconocido, no solo desde lo simbólico, sino también desde lo humano. Porque un colaborador que entrega tantos años de su vida a su empleador, merece algo más que una carta de agradecimiento. Merece un adiós con sentido, con gratitud, con memoria. Y más aún: merece seguir sintiendo que pertenece a una pequeña tribu, para que la soledad son sea su única compañera en ese viaje que inicia.

Si celebramos los quinquenios con los colaboradores activos, ¿por qué no hacerlo cada determinado tiempo con quienes entregaron su alma, vida y corazón a la organización?

Marcas empleadoras que honran el legado

Algunas compañías han entendido que el compromiso no termina con la jubilación.

Aquí, tres ejemplos bien inspiradores:

📌 Danone | Creó su red "Alumni Danone" (https://afterdan-danone-alumni.assoconnect.com), que integra a extrabajadores jubilados en actividades sociales, mentorías y encuentros organizados por el equipo responsable de su marca empleadora. Una forma de ampliar el vínculo y capitalizar la experiencia acumulada.

📌 Telefónica | Gestiona una comunidad activa de extrabajadores llamada "Mayores Telefónica" bajo el lema: "Un pasado común, un futuro juntos” (https://www.mayorestelefonica.es). Programa a través del cual brindan acceso a formación, actividades culturales y participación en programas institucionales.

📌 Otro caso para destacar es Grupo Bimbo | Esta gran empresa Mexicana fundada por Lorenzo Servitje (QEPD), tiene un programa para empleados próximos a jubilarse, conocido como “Camino a la Jubilación” donde se les prepara emocional y financieramente para esta nueva etapa. El programa incluye talleres, orientación sobre pensiones y procesos administrativos, y en muchos casos, ceremonias simbólicas para honrar su legado frente a colegas y líderes.

Mirar hacia adelante también importa

Además de honrar a quienes entran en estos años dorados, me inquieta la jubilación del futuro. No solo por la fragilidad de los sistemas pensionales, sino por algo más: la creciente rotación laboral de las nuevas generaciones.

Un legado no se construye de la noche a la mañana. Requiere tiempo, vínculos, consistencia. Y si cada vez menos personas permanecen lo suficiente como para dejar una huella como la que seguramente dejó mi padre en sus más de 30 años con la compañía, ¿qué quedará para celebrar cuando llegue el final?

Es un reto cultural, no solo financiero. Porque si queremos organizaciones que inspiren lealtad, necesitamos también culturas que den sentido al recorrido, no solo al resultado.

¿Y tú empresa, cómo honra a quienes lo dieron todo?

Una marca empleadora verdaderamente humana no solo se preocupa por cómo llegan las personas, sino también por cómo se van. Porque los vínculos no terminan con un contrato. Terminan cuando somos olvidados.

Y si algo nos deja la historia de mi padre, es que hay relaciones que, cuando se construyen con propósito, pueden durar toda la vida.

La jubilación debe ser un gracias que resuene por siempre.

Heart | Identidad, Cultura y Personas

#Branding #MarcaEmpleadora #ExperienciaDelEmpleado #MarcaPersonal #Colaboradores #Liderazgo #CEO #Estrategia #Gerentes #TalentoHumano #GestionHumana #RecursosHumanos #RRHH #Comunicaciones #Marketing #Identidad #Cultura #Personas #Estrategia #JourneyDelEmpleado #Jubilación #Retiro #Pensión

Suscríbete y recibe nuestros artículos semanalmente

¡Gracias por suscribirte!
Pronto estarás recibiendo nuestro nuevo artículo.
Lo sentimos! El formulario no ha podido ser enviado, verifique que ha llenado todos los campos con la información correcta.
Volver al blog