Vivimos en una era en la que los consumidores valoran la autenticidad y la transparencia por encima de todo. Ya no están dispuestos a ser engañados con promesas vacías o imágenes cuidadosamente construidas. Quieren marcas que muestren quiénes son realmente y que reflejen sus valores de manera genuina.

Uno de los aspectos esenciales para lograrlo, es la coherencia. Esto implica que una marca debe mantener una identidad constante en todos los puntos de contacto, desde su sitio web y redes sociales hasta su publicidad, servicio al cliente y cada una de las experiencias que le permita vivir a sus stakeholders internos y externos.

Cuando una marca se mantiene fiel a su esencia, construye confianza y credibilidad. Valores que al final contribuyen a la construcción de una reputación positiva y sólida.

Las marcas auténticas tienen además una capacidad superior de construir relaciones más sólidas con sus audiencias, fomentan la lealtad a largo plazo y logran mayores niveles de atracción.

Además, son más resistentes a las crisis, ya que los cimientos de confianza que han construido les ayuda a enfrentar desafíos de manera más efectiva y sus consumidores están más dispuestos incluso a perdonarles sus errores, porque siempre les han hablado de forma transparente y honesta.

Liderarán las marcas que hagan realidad su propósito. “Ser, no parecer”, se convierte en pilar clave del branding moderno. Para esto, es esencial que las marcas abracen un propósito de triple impacto (People+Planet+Profit) y lo desplieguen a través de acciones transformadoras de vida.

Cada marca debe ser una historia única, que nunca termine de escribirse y contarse. Compartir su origen, sus desafíos y también sus éxitos, es clave en su estrategia de divulgación. Esto humaniza la marca y la hace más accesible y real para todos. Cuando las empresas son transparentes y coherentes en su mensaje y acciones, los clientes se sienten más seguros de interactuar y comprar sus productos o servicios.

Igualmente hay que considerar que una marca nunca debe hacer promesas que no podrá cumplir, porque los consumidores están más informados que nunca y son rápidos para detectar prácticas engañosas.

En este contexto, la autenticidad se ha convertido en activo de las marcas para conquistar a sus audiencias. Un gran ejemplo es Dove, la marca que transformó la forma de ver y apreciar la belleza de la mujer. A través de su estrategia "Belleza Real", presenta la autenticidad de forma genial e impecable, desafiando los estándares tradicionales de la belleza y la auto aceptación, en un mundo obsesionado con la imagen, la apariencia y la comparación.

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