Comunicaciones

WhatsApp: ¿Prohibido hablar de política?

Juan Esteban Cock V.
@JuanEstebanCock

Abrimos WhatsApp para saludar, coordinar temas de negocios y hasta divertirnos con la genialidad de algunos memes, pero también para entender qué está pasando en nuestro alrededor, en nuestra comunidad, en nuestro país. Nos guste o no, los grupos de amigos y colegas ya son una plaza pública privada. La pregunta no es si hablar o no sobre política allí, sino cómo hacerlo para que sume, sin romper relaciones.

Primero, un dato: en los últimos años WhatsApp se consolidó como una de las vías o medios más relevantes para estar informados, especialmente en el Sur Global.

El Digital News Report confirma que una parte importante de las personas en Latinoamérica usa WhatsApp para comunicarse e informarse de noticias cada semana.

Según MINTIC Colombia, la plataforma de comunicación más utilizada en nuestro País es WhatsApp. Por otro lado, un estudio de la Universidad EAN reveló que el 75% de los colombianos prefiere comunicarse a través de esta aplicación.

Me pregunto entonces: ¿Cómo desperdiciar un espacio de comunicación tan universal, inmediato y accesible, en un momento en el que ideas y posiciones diversas podrían ser la clave para encontrar salidas a los desafíos que vivimos? Cerrarnos a estos diálogos es renunciar a una oportunidad de construir juntos, incluso en medio de las diferencias.

¿Es conveniente llevar temas polémicos, como la coyuntura política, a esos grupos?

La evidencia sugiere que sí, con reglas. Estudios recientes sobre conversaciones políticas en WhatsApp muestran que, cuando el grupo cuenta con vínculos de confianza, se puede construir un “espacio seguro” para debatir, donde la sociabilidad amortigua la confrontación y habilita la deliberación. En otras palabras: el vínculo importa tanto como el contenido.

Además, abrir estas conversaciones tiene valor cívico. En varios países, las mayorías ven a las redes como un aporte a la democracia, especialmente en economías emergentes, porque amplían el acceso a información y participación. El matiz: sin reglas claras, la discusión puede degradarse o polarizarse. La solución no es callar, sino aprender a conversar mejor.

También hay que mirar con cuidado ese gran elefante que se entró a nuestra sala: la desinformación. WhatsApp ha introducido límites al reenvío y herramientas de verificación para frenar lo viral engañoso, reduciendo la velocidad de propagación de cadenas e información de dudosa procedencia. Pero el filtro más potente sigue siendo nuestro criterio: leer, contrastar o si lo consideras, eliminar.

Algunas sugerencias para abrir conversaciones sobre política en tus grupos, sin destruir:

📌 Acordar el propósito de aquellas conversaciones difíciles | ¿Para qué hablamos de esto? Informarnos mejor, entender posturas y decidir con cabeza fría. Ponerlo en palabras baja tensiones y evita “pelear por deporte”.

📌 Regla de oro: hechos + fuentes | Comparte datos con enlace a la fuente original (medios reconocidos, informes, documentos públicos). Antes de reenviar, usa la verificación de mensajes reenviados o simplemente pregúntate: ¿qué tan fidedigno es lo que voy a compartir?

📌 Evitar fanatismos | Defender una postura no significa cerrarse a escuchar otras. Los extremos ciegan y empobrecen el diálogo. Buscar puntos de encuentro, incluso en la diferencia, enriquece la conversación y la acerca a soluciones reales.

📌 Respeto radical | Debate ideas, no critiques personas. Prohíbe insultos, doxxing (acto de proporcionar públicamente información personal identificable sobre un individuo u organización) y burlas a la vida privada. La falta de respeto espanta a quienes piensan distinto y empobrece el debate.

📌 Derecho a pasar | Quien no quiera participar, que lo diga sin culpa. La participación es valiosa cuando es voluntaria.

📌 Cierre útil | Cada contenido debería terminar con un “¿qué proponen hacer?” o “¿quién se suma a mi idea? Esa síntesis convierte calor en criterio.

Hablar de política en WhatsApp conviene cuando el objetivo es comprender más y polarizar menos. En un entorno con uso creciente de plataformas para informarse, cerrar los grupos a estos temas no elimina el ruido: solo lo desplaza. Abrirlos, con reglas y respeto, puede transformar un chat cualquiera en un laboratorio de ciudadanía. Y eso, en tiempos intensos como el presente, es oro en polvo.

Por último, la mayoría de grupos de WhatsApp están integrados por amigos, familiares o personas que comparten intereses comunes pero también disímiles en sus pensamientos. En la medida en que el debate se alimente de apreciaciones distintas y orillas diversas, la conversación se volverá más rica, más honesta y más útil para todos.

No se trata de tener siempre la razón, sino de abrir espacio a razones distintas. Y ahí es donde un simple chat puede convertirse en una herramienta poderosa para entendernos como ciudadanos y encontrar soluciones conjuntas.

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